¿O es que acaso no somos animales?
Siendo nosotros viajeros puntuales en la naturaleza, ¿por qué no nos consideramos como tal? ¿Por qué nos sentimos especiales cuando, en verdad, cabe la posibilidad de que no lo seamos?
Te propongo hacer un experimento imaginario. Imaginemos que los leones de la sabana africana han aumentado tanto su población que han extinguido a todas las especies de las que podían alimentarse.
Por supuesto que esto generaría un desequilibrio en el entorno que tendría consecuencias enormes, pero limitémonos al caso más sencillo e idealizado, y eliminemos todas esas otras posibles consecuencias de la ecuación. Concentrémonos en la línea del experimento que, recuerda, es imaginativo.
Al ver esta situación, nosotros los humanos, que tenemos antílopes en cautiverio, decidimos repoblar la sabana. Para ello, hablamos con los leones, ya entrados en los 7 días de ayuno, y les comentamos que vamos a dejar unas dos parejas de antílopes en libertad, y que deberían dejarlas reproducirse para que se restablezca el equilibrio ambiental y en un futuro tengan alimentos. Por supuesto que los leones no nos entendieron, de hecho intentaron devorarnos en muchas ocasiones, ya que lo imaginario en el experimento era la situación, no los leones. Pero por hacer el intento de que entrasen en razón fuimos e hicimos todo lo que estaba en nuestras manos.
Al poco tiempo liberamos las parejas de antílopes. ¿Qué crees tú que harán los leones? ¿Las dejarán reproducirse o las comerán no más verlas? En lo personal no tengo dudas que se los comerán.
Ahora hagamos un segundo experimento imaginario. Imagina que nosotros, los humanos, tenemos un solo planeta en el que podemos habitar. Debido a las diferentes actividades que en él desarrollamos, estamos empujando a sus límites un equilibrio que, único en todo el universo hasta donde conocemos, hace posible nuestra existencia y la de la mayoría de las otras especies. Seguir en este camino significaría, muy probablemente, la desaparición de muchas especies que dependen de esas condiciones con que contamos, incluyéndonos a nosotros (Ah!, y a esos que creen que Marte será su casa también, porque soñar nunca ha salvado a los náufragos).
Muy contrario a la situación con los leones, en nuestro caso no tendremos agentes externos benevolentes que intentarán restablecer el equilibrio. Estamos solos.
Entonces vuelvo y pregunto, ¿qué crees tú que harán los humanos? ¿Dejarán las prácticas nocivas hacia el equilibrio del medio ambiente de lado, sacrificando sus comodidades todas, o seguirán su camino? En lo personal, una vez más, no tengo dudas que seguirán.
Mis dudas son: ¿Importa? ¿Por qué?
Para finalizar, te propongo que nos abstraigamos por completo, que salgamos de nuestra forma corpórea, y que nos sentemos en el borde de nuestra galaxia. Luego del asombro por la belleza que desde allí se debe ver, y de tomar las fotos, sigamos con el último análisis.
Si comparamos los dos primeros experimentos encontraremos que, aunque de distintas especies, los sujetos no son más que animales e instintivamente buscarán su supervivencia, no la de la especie, no la de una descendencia inexistente, no la del de al lado, sino la propia. Y esa búsqueda se realiza día tras día, nadie mira con cincuenta años vista.
Nos sentimos especiales, cada uno de nosotros, pero no lo somos. ¿En cuántas ocasiones has pensado que la lotería te podría (o debería) haber tocado a ti, cuando las posibilidades son casi nulas? ¿En cuántas ocasiones has visto a alguien regalando algo, y has pensado que debió ser a ti? ¿O que cierto reconocimiento debió ser para ti porque tu trabajo era mucho mejor que el de la persona condecorada? Y así podemos seguir un buen rato, pero hemos de parar por razones obvias.
La misma capacidad que nos hace razonar nos engaña, cegándonos ante la universal verdad de que no somos especiales como individuos, en las escalas de tiempo con que se escribe la historia del universo y los planetas. Somos exactamente igual que cualquier otro animal, por el simple hecho de que es lo que somos.1
La naturaleza siempre se ha encargado de eliminar aquello que es insostenible, y nosotros no seremos la excepción. Pero podría ser, visto desde el borde de la galaxia, que lo insostenible no seamos los humanos en sí, sino la configuración que ha adoptado la naturaleza puntualmente en este período. Por ejemplo,
Si hubiese existido una especie capaz de actuar como depredador natural de los humanos, su desarrollo se hubiese visto limitado.
Si existiesen otras especies con las capacidades de pensamiento y raciocino que tenemos nosotros, las cosas serían distintas.
Si el equilibrio del medio ambiente no dependiese tan fuertemente de las actividades que desarrollamos, como la quema de combustibles fósiles, no tuviésemos los problemas medioambientales.
Y así se pueden seguir poniendo ejemplos que, si bien algo ridículos (¿o extremos?), sugieren que, podría decirse, lo que está mal es la configuración de todos los factores. ¿Alguien se ha parado a pensar que, justo como la mayoría de las especies que han existido se han extinto porque las condiciones puntuales eran insostenibles, cabe la posibilidad de que no sea esta configuración actual la definitiva? ¿Podría ser que hayamos estado destinados al fracaso desde el principio y no queramos aceptarlo?
Las extinciones masivas han existido siempre, y por lo que parece, seguirán existiendo. Ninguna de ellas fueron provocadas por el hombre. De hecho, y teniendo muy en cuenta la idea que planteaba con anterioridad de que podría no ser el hombre sino la configuración puntual de la naturaleza la que amenaza con extinciones y todos estos problemas, hasta donde mis capacidades de raciocinio alcanzan a ver desde el borde de la galaxia, es precisamente el hombre el único elemento de todas las ecuaciones que ha intentado revertir el proceso.2
Entonces, podría ser que no seamos los que estamos causando una reconfiguración de la naturaleza, podría ser que esta siempre ha sido insostenible por el mero hecho de haber permitido nuestro desarrollo exagerado, y podría ser que, incluso, seamos los únicos en toda la historia del universo que tendríamos la posibilidad y la capacidad de corregirla. Aunque ya sabes lo que dicen, «con la naturaleza nadie puede», y arriba concluimos que no somos especiales. 😉
(El anterior texto es una reflexión acerca de las características que hacen a los humanos pensar que son especiales, cuando en realidad son solo un elemento más del entorno que habitan. La intención no es, para nada, justificar las acciones negativas que ejercemos sobre todo lo que nos rodea.)
La existencia y desarrollo de las especies que conocemos sí es un suceso especialmente raro, producto de una cadena de eventos aleatorios pero perfectamente alineados con el resultado. Pero ningún ser vivo en específico es especial cuando se mira dentro de 10 millones de años.
Bueno, para ser justos, unos pocos individuos de la especie son los que intentan corregir el rumbo.